Poema por Jimmy Valdez Ozaku
Qué no suceda en tu rostro de niña insomne la huella de lo exhausto (ni el lúgubre collage de lo enfermo mastique esta orfandad entre necias madrugadas de hospital siquiátrico). Qué seas bella estos cinco minutos y no te asuste el pelo blanco caído como un bosque sobre los hombros.

Nunca, a partir de ahora, recurras al pañuelo para aplacar la tos, solo pon el puño, solo pon tus manos, solo deja que el esputo salpique los aires o la camisa, o la cara ajena de cualquier malvado.

Que cuando apunten no sienta el menor remordimiento. Que cuando disparen, salgan sonrientes a la cena. Que cuando piensen en la faena del día,  en el áspero dulzor de lo hecho, sientan unas ganas  locas de tener sexo y de beber y hasta de volver a matar con esa fe cotidiana envolvente y fría.

No te preocupes por la historia, ellos no saben, no quieren saber sobre campos de exterminio (se sobrentiende lo del perdón y la rancia humedad del vinagre).

Sal, vente, camina al paredón de estos días!  Bergen-Belsen es la América de hoy!  No sientas miedo!

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